2020/01/05

El ciego vandálico

Hace unos días publicaba alguien un hilo en Twitter. Hablaba de cómo en un barrio en el que resulta difícil aparcar siempre hay dos huecos libres.

¿Por qué? Pues por los huevos que le echa un ciego que, supongo, harto de no poder salir de su casa, la toma con los coches que encuentra en esas plazas. Limpiaparabrisas, retrovisores... son presa de su ira:

Un señor mayor invidente que pasa por allí temprano y, si se encuentra un coche en su camino, lo revienta. Lleva un bastón con una bola para esos efectos el muy cabrito.
Su tono, así como el de las respuestas, oscila entre lo comprensivo y lo indignado.
  • No, no, al aparcar ahí no se comete ilegalidad alguna más que taparle a él su sitio natural de paso.
  • ¿Y nadie le ha dado nunca una manita de hostias? Aplaudo la tolerancia y respeto por las tradiciones de tu barrio
  • ¡Qué va, la gente le ríe la gracia!

Mi impresión: aunque hay cierta atracción para lo segundo (quién es ese señor para tomarse la justicia por su mano), me pongo al final al lado del vandalizador.

Al margen de la legalidad que impediría aparcar (hay un rebaje de bordillo, es una esquina), basta con ponerse en el lugar del problemático vecino. No me resulta difícil a la vista de la fotografía.

Hoy había un sitio libre, entre el coche negro y el gris, aunque no es lo habitual. Los huecos de los que hablamos son el que se ve enfrente y el que está al lado de la moto.

Si tapamos esos huecos, ¿por dónde salir? No sólo él, también cualquier que vaya en silla de ruedas, con un carrito... Es fácil preocuparse por aparcar y no pensar en las posibilidades de que a otras personas se les esté haciendo la puñeta por ocupar el sitio que les pertenece.

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