Viendo ayer la tele (España directo, creo que era) me llamó la atención un detalle. Había un reportaje sobre los taxistas, a los que no les iba muy bien: no hacen más de una carrera por hora. Parece que la gente les llama menos, suponemos que preferirán el transporte público, andar, o moverse menos.
En otro reportaje hablaban de una tienda donde varias generaciones de una familia llevan muchos años afilando cuchillos. Éste, sin embargo, parece ser un negocio que va bien ahora, pues la gente lleva sus cuchillos a afilar en lugar de tirarlos y comprar otros nuevos.
Y yo, claro, me quedo pensando en que la gente que antes iba en taxi a comprar cuchillos nuevos, estará ahora tal vez pasándolas canutas, tras años de no poder ahorrar nada porque no llegaban a fin de mes.
En cualquier caso es una tendencia que puede dar un poco de vida a ciertos oficios, desde hace tiempo en declive, a causa de la necesidad de consumo constante, de tirar para comprar nuevo.
Es posible que el cambio del que hablaba se produzca al revés. Que la gente se acostumbre a reparar las cosas que se rompen (ropa, electrodomésticos, cuchillos) y eso lleve a preferir cierta calidad en lugar de lo más barato, pero de usar y tirar. Y que los fabricantes prefieran vender uno bueno a dos malos, aunque sólo vendan uno. En el artículo anterior, los que reparan pequeños electrodomésticos están empujando fuerte, bajando mucho su margen en las reparaciones para poder competir con los productos nuevos.
No sería mala cosa ésta. Aunque también puede ser que la gente no llegue a apreciar esa filosofía, y todo vuelva a ser como antes cuando la economía mejore. Si mejora.
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