2010/11/19

¿Qué esperan los empresarios de los universitarios?

¡Casi un año! Lo dejas, no sabes si para un mes o para siempre. Y un día lees un artículo y, sin más, apetece escribir al respecto. Y luego ya veremos.

El artículo se titula El universitario perfecto que se rifan las empresas españolas. Partiendo de un estudio con datos de "seleccionadores de personal de las compañías que mayor número de jóvenes titulados contratan en 20 países de todo el mundo", se centra en las respuestas dadas por los empleadores de empresas españolas. Y si bien por una parte me resulta bastante "normal", no me extraña lo que leo, por otro lado lo encuentro algo descorazonador.

En general no importan demasiado las calificaciones obtenidas (sólo un 15% las considera el dato más importante). Cuentan más la especialización dentro de los estudios, la experiencia compaginada con los mismos, e incluso la universidad en que se han cursado.

Se valoran más las competencias que la personalidad y los conocimientos (que alguien me explique hasta qué punto hay competencia sin conocimientos). En otros países, la personalidad es lo primero.

Más allá de esto, los aspectos más valorados son la habilidad para trabajar en equipo (71%), actitud flexible y capacidad de adaptarse a las circunstancias (65%), facilidad de aprendizaje (59%), habilidades comunicativas y para las relaciones personales (46%), entusiasmo y actitud positiva (42%), y organización y capacidad para marcarse prioridades (35%).

Seamos malos y releamos: facilidad para apañarte con los compañeros y preguntar lo que tus jefes no te cuenten, disponibilidad para ser "chica para todo" y hacer cosas distintas de las que te dijeron, buscarte la vida (en cuanto a conocimientos y a lo que puedas necesitar en tu trabajo), motivarte tú solo y, como todo es para ayer, ser capaz de adivinar qué es lo realmente urgente. Seguro que soy demasiado malo y no siempre es así pero, en algún caso, seguro que sí.

¿Y qué es lo que menos se valora? La habilidad para trabajar de manera independiente y autónoma, y la capacidad analítica y la visión global no salen bien paradas. Podría ser que alguien especialmente competente en su labor y con cierto ojo pueda tener ideas propias y no aceptar las que le imponga su jefe o, directamente, hacerle la competencia.

Pero en lo más bajo están la puntualidad y el respeto por el tiempo de los demás, el autocontrol y la cortesía, el espíritu emprendedor, la precisión y la atención al detalle, la curiosidad y la creratividad, y la integridad y los principios éticos.

Probablemente los empresarios (o personal de RR.HH.) tendrán sus razones, que desconozco. En función de lo que sé, sólo puedo decir que así nos va...

¿Aún pensáis que estaba siendo malo antes? ¡Alex, socorro!

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