2007/07/16

Aprendiendo a ser pastor

En la revista Consumer de este mes dedican un artículo a la trashumancia, esta antigua tradición. La califican como "una manera eficaz de proteger la biodiversidad y mantener las vías pecuarias para que continúen siendo corredores ecológicos, refugio de fauna y flora". Actualmente la trashumancia sigue siendo necesaria, pues las ovejas no han aprendido a hacer la compra en el súper, y hay que llevarlas donde está la comida. Los ganaderos sí han evolucionado, y la mayoría de las veces recurren ya a los camiones. Hay quienes resisten, de todos modos: "De las 46.000 reses que recorrieron las calzadas en 1990, 31.000 lo hicieron andando. 15 años después, 30.000 fueron trasladadas en camión, y 18.000 salvaron la distancia por los caminos". Y eso es bueno para todos, pues el uso de las cañadas contribuye a su conservación, y las podemos disfrutar todos. Hay que tener en cuenta que se trata de espacios protegidos, con su propia legislación, y que son uno de los pocos reductos que quedan a la gente que reclama su derecho al movimiento no motorizado, que quiere ir de un pueblo a otro sin usar coche para recorrer un kilómetro, sólo porque no puede cruzar andando la autovía de cuatro carriles que los une. En algunos casos han sido invadidas por el asfalto, como en el caso de Madrid. Sólo de forma anecdótica, una vez al año, los rebaños recorren las calles madrileñas para recordarnos que siguen teniendo derecho a usar la cañada, por mucho asfalto que tenga encima. En otros casos, las vías pecuarias sufren el acoso de constructores de carreteras y de urbanizaciones, o incluso de agricultores, que estiran sus tierras más allá de lo correcto. Pero lo que me lleva a escribir esto es otra cosa, en realidad. Leyendo el artículo que citaba al principio, me resultaba curiosa la escasez de pastores (mira, una profesión sin paro). Y hoy, pocos días después, leo una noticia que habla de unos cursos de verano (anda, como los de la Menéndez Pelayo) donde enseñan la casi extinta profesión del pastoreo. ¡Tres hurras por los alumnos!

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