Por primera vez, esta reivindicación festiva de la validez de la bicicleta como medio de transporte urbano llega a Pinto. No es precisamente que la gente lo haga; es, como todos los actos festivos, algo simbólico.
En este caso nos juntamos unas 35 personas, la mayoría con su bici y alguno en sillita o remolque, la mayoría ciclistas habituales y alguno animado por lo festivo del paseo. Anduvimos una hora dando vueltas por Pinto, preocupándonos por los coches menos de lo habitual, sin prisas y, como decía, espero que dando envidia sana a parte de la gente que nos miraba desde la acera o, incluso, desde dentro de su coche, atascado en algún punto.
Tuvimos nuestro encuentro con la Policía Municipal. Bajando la calle, a la altura del punto limpio, nos dijeron que no circulásemos en pelotón sino en fila de a uno. Y lo intentamos hacer así, por mucho que nos pareciera contraproducente. Supongo que ellos pretendían que no entorpeciéramos el tráfico. La cuestión es que no podemos, pues nosotros mismos somos tráfico. Y circulando en fila de a uno ocupamos más.
Podríamos ir por un lado, pasar desapercibidos, pero tenemos derecho a utilizar la calle igual que los coches, y por nuestra seguridad nos conviene hacer saber a quien viene detrás que estamos ahí, en el carril, y que si nos quieren adelantar deberán ocupar el carril contrario. Si vamos por un lado, el metro y medio de separación que, por ley, deberían dejar al sobrepasarnos, se le olvida a todo el mundo.
Termino con una reflexión leída hace poco en la lista de correo de Pedalibre. Alguien escribía acerca de un conocido, ciclista, que iba en bici a trabajar. Un día se puso una mascarilla y, al ver cómo terminó de negra, aparcó la bicicleta. La reflexión era que si ahora iba andando no ganaba nada en ese sentido y, si iba en coche, había pasado de ser parte de la solución a ser parte del problema.
Más información en el Blog de la bicicrítica de Pinto, de donde he reutilizado las fotos.
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