Copio el título de esta noticia que, más allá de la simpatía que despierta cómo al "malvado" le crecen los enanos, muestra uno de los efectos perversos, imaginados desde siempre por quienes estamos contra los transgénicos, y siempre desmentidos por sus promotores.
La cuestión es que en Estados Unidos hay unas enormes plantaciones de soja. Una variedad de soja resistente a un tipo de herbicida, que se le aplica para matar todo lo que crece alrededor salvo a ella misma, que lo soporta por su modificación genética.
Parece que ha nacido ahora una variedad de amaranto, hierba "indeseable", que por hibridación ha conseguido hacerse con el gen resistente al herbicida. La presión que éste ejercía sobre la población de malas hierbas ha acelerado el desarrollo de esta variedad de amaranto, que crece por doquier y que, debido a la enorme extensión de las tierras, es inviable eliminar: la única forma de hacerlo es arrancando a mano las matas, una a una.
Así que los cultivadores han abandonado 5000 hectáreas de tierra. Según la noticia, muchos cultivadores se plantean renunciar a los OMG y volver a la agricultura tradicional, tanto más cuanto que las plantas OMG cuestan cada vez más caras y la rentabilidad es primordial para este tipo de agricultura. Así, Alan Rowland, productor y vendedor de semillas de soja en Dudley, Missouri, afirma que ya nadie le pide granos Monsanto de este tipo, mientras que en estos últimos tiempos este sector representaba el 80 por ciento de su comercio. Hoy los granos OMG han desaparecido de su catálogo y la demanda de granos tradicionales no deja de aumentar.
El colofón es que el amaranto es una planta sagrada para los incas. Cada planta produce una media de 12.000 granos al año y las hojas, más ricas en proteínas que la soja, contienen vitaminas A y C, y sales minerales.
De modo que ahora tenemos una planta que soporta la mayoría de los climas, tanto las regiones secas como las zonas de monzón y las tierras altas tropicales, y no tiene problemas ni con los insectos ni con las enfermedades con lo que nunca necesitará productos químicos. Y digo yo, que si le atacaran las malas hierbas, se le podría echar el superherbicida para defenderla.
O sea, que la modificación genética que realizó Monsanto sobre una planta ha pasado a una nueva especie (algo que consideraron imposible) lo cual, además, ha inutilizado el desarrollo original.
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