Hartos estamos, la mayoría, de la publicidad que llega a nuestros buzones. Desde las empresas grandes, que rebuscan nuestros datos en "fuentes públicas", como gustan de llamarlo, hasta los pequeños del barrio, que por cuatro duros ponen a un chaval a repartir octavillas por los buzones cercanos.
El buzoneo es una técnica tan fácil que, en realidad, está al alcance de cualquiera que tenga algo que decir.
Por ejemplo, María ofrece sus servicios cuidando niños. Si tiene 15 años y hace estas cosas ella sola, llegará lejos.
Otro caso, más curioso, es de un cliente descontento con su dentista. También se trata de un negocio del barrio (aunque la marca Vitaldent no sea tan local) y, por lo original, seguro que tiene gran difusión. Sospecho que quien lo reciba no sólo no lo tirará, sino que se lo enseñará a más gente.
Esto se parece un poco a los blogs: cualquiera puede expresarse. A algunos se les prestará atención, y a otros no.
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